A pesar de sus mejores esfuerzos, no todos los intentos de esconderse salen como los perros lo habían planeado. A veces, calculan mal el tamaño del espacio o sobreestiman su agilidad, lo que da lugar a situaciones cómicas en las que se quedan atascados o no pueden meterse en el escondite elegido. En esos momentos, los perros pueden mirar a sus dueños en busca de consuelo y ayuda, mientras sus expresivos ojos muestran una mezcla de confusión y resignación al aceptar el hecho de que su escondite no es tan cómodo como esperaban.