Lanzando acusaciones
Fue entonces cuando se dio cuenta de que el silencio de su esposa no era una evasión, sino su creciente enojo. “Oh, ¿ahora me estás vigilando?”, le espetó. David no podía creer que él fuera el que estaba recibiendo los gritos cuando era ella la que actuaba de manera sospechosa.
Lienzo
Su propia ira estalló cuando Bailey gimió al lado de Katie, y toda la atención de su esposa se centró en el perro, descartando por completo a su marido y sus preguntas.