Un perro no deja de ladrarle a un bebé recién nacido, luego el médico le dice a la mamá que no es su bebé


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Vínculo profundo

A medida que Leigh fue creciendo, Rover asumió el papel de su tutor. La seguía, moviendo la cola, encarnando el papel de un centinela vigilante que supervisaba diligentemente a la niña.

Amanda se maravilló del profundo vínculo que existía entre su hija y el protector canino. Parecía que Rover poseía una extraña capacidad para percibir cada necesidad y sentimiento de Leigh, lo que le ofrecía una sensación adicional de tranquilidad. Su constante vigilancia sobre Leigh insinuaba una sensación de anticipación, como si percibiera un acontecimiento inminente.


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