Regresando al parque
Más tarde esa noche, John estaba sentado en su sala de estar, sin poder olvidar el incidente de la bolsa. Su mente no dejaba de reproducir los ladridos frenéticos de Max.
—Muy bien, vámonos —dijo, tomando su abrigo y la correa de Max. Se dirigieron de nuevo al parque. Las calles estaban tranquilas, lo que le daba un aire inquietante a su misión.
Cuando llegaron, el parque estaba vacío. John se acercó al banco donde vieron por primera vez la bolsa.