La suegra viste al perro cada vez que lo cuida hasta que mamá lo lleva al veterinario
La creciente obsesión
Lienzo
Pero a medida que pasaban los días, Amanda comenzó a sentir una extraña intensidad en la fijación de Kaitlyn en vestir a Chester.
La novedad perdió fuerza cuando se convirtió en un ritual diario, casi un acto obligatorio. Amanda se preguntó si había algo más profundo debajo de ese comportamiento aparentemente inocente.
El guardarropa de Chester se amplió y abarcó desde adorables disfraces de perros hasta ropa humana extraña y extremadamente anticuada. Amanda no pudo evitar sentir una punzada de incomodidad cuando la insistencia de Kaitlyn en este peculiar ritual se intensificó.