Misterioso
Lienzo
Pero entonces el gato se detuvo. Se quedó allí mirando a Jason y comenzó a maullar de nuevo. “¿Qué pasa? ¿Por qué me trajiste aquí?”, preguntó.
El bosque estaba inquietantemente silencioso, y solo el leve susurro de las hojas en el viento rompía la quietud. La linterna de Jason no revelaba nada más que los árboles imponentes y la maleza espesa.
Sintió un escalofrío recorrer su columna, pero no podía ignorar la angustia del gato.