Missy no estaba por ningún lado.
Normalmente, Missy, la gata de Sandra, corría hacia la puerta de su dormitorio en el momento en que se abría, esperando recibir comida y atención. Solo ellos dos vivían en la casa, por lo que Sandra era la única fuente de compañía para el gato de interior. Todas las mañanas, Sandra se despertaba con los maullidos y ronroneos de Missy y le daba un abrazo de buenos días antes de ir a trabajar. Cuando Sandra regresaba a casa por la noche, Missy la estaba esperando en la puerta, lista para que la acariciaran y jugaran con ella.
Los dos habían desarrollado una especie de rutina: Sandra llevaba a Missy a pasear por el parque todos los fines de semana. Missy siempre sería la primera en subirse al auto y sería la primera en saltar cuando llegaran al parque. Entre semana, Sandra solía llevar a Missy al jardín para jugar y explorar. Missy siempre era la primera en saltar al césped y, a menudo, corría persiguiendo mariposas y pájaros. Pero hoy, el animal no estaba a la vista…