El señor Muldaver era un hombre alto con un rostro amable, siempre dispuesto con una sonrisa amistosa para cualquiera que conocía. Después de un rato, el Sr. Muldaver caminó hacia el puesto de Tommy, con curiosidad en sus ojos.
“Hola, Tommy”, dijo. “¿Que es todo esto? ¿Estás vendiendo tus cosas? Tommy asintió, tratando de parecer casual. “Sí, solo estoy tratando de ganar algo de dinero extra”.
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El señor Muldaver levantó una ceja. “¿Para qué necesita dinero un joven como tú? ¿Todo bien?”