Él estaba mirándolo
Muffin se sentó en una silla a la luz de la luna, observando en silencio cada movimiento de Daniel. Sí, el nuevo gato estaba sentado en un rincón como una estatua, mirándolo. Este comportamiento ya espeluznante era aún más aterrador en medio de la noche.
Cuando Daniel se levantó, los brillantes ojos amarillos de Muffin lo siguieron. En un instante, Daniel se sintió abrumado por la ansiedad. ¿Qué pasaría si el gato tuviera algo que no pudiera ver? ¡Si tan solo el gato pudiera hablar!