Amante de las serpientes
A Mel siempre la habían catalogado de “rara”. Bueno, si quería tatuarse la mayor parte del cuerpo, ¿a quién le importaba? Si quería volverse loca con los piercings, ¿qué más daba? Si quería una serpiente pitón de dos metros como mascota, ¿quién la iba a juzgar?
Créditos
Una serpiente era perfecta para su pequeña casa. No necesitaba mucho cuidado y no ladraba todo el día como el perrito de su vecino. Y aún no había molestado a nadie.