
Respirar
La puerta se cerró de golpe detrás de ella y el sonido resonó en la casa vacía. Tracey apenas podía respirar, su corazón latía con fuerza mientras miraba frenéticamente a su alrededor.
Habían pasado dos días desde que Max desapareció y ahora los gatos también se habían ido. ¿Qué estaba pasando? La casa, que antes estaba llena de la alegre risa de su pequeño, ahora resonaba con un silencio inquietante.
Tracey miró el reloj, con la mente acelerada. ¿Qué podía hacer? ¿Y por qué los gatos desaparecían uno a uno? No era una simple coincidencia; algo siniestro estaba ocurriendo.