Un niño duerme rodeado de “gatos” hasta que un oficial le dice a su madre que entre al vehículo
Gatos salvajes
Lienzo
Los días se convirtieron en semanas y las travesuras de los gatitos no hicieron más que aumentar. Trepaban a los árboles, saltaban por los tejados y sus juegos se volvían más bruscos. Los gritos del señor Thompson continuaron, cada uno más agitado que el anterior.
—¡Emma, son una amenaza! ¡Tienes que hacer algo! —gritó una noche. —Lo estoy intentando, señor Thompson —respondió Emma, con la paciencia agotándose.
Pero intentarlo no fue suficiente. Una noche, los gatitos escaparon del corral y causaron un caos en el jardín del señor Thompson. A la mañana siguiente, Emma se encontró cara a cara con un vecino enfurecido.