Un niño duerme rodeado de “gatos” hasta que un oficial le dice a su madre que entre al vehículo
No puedo controlarlos
Lienzo
Una noche, después de una discusión particularmente acalorada, Emma entró furiosa en la casa. “Mamá, ¿qué pasa?”, preguntó Sam al ver su expresión de frustración.
—Otra vez el señor Thompson —respondió Emma, frotándose las sienes. Sam bajó la mirada—. Lo siento, mamá. Solo quería un gato. Emma suspiró y abrazó a Sam. —No es tu culpa, cariño. Ya lo solucionaremos.
Pero a medida que pasaban los días, la paciencia de Emma se agotaba. El comportamiento de los gatitos no mostraba señales de cambiar y las amenazas del señor Thompson se cernían sobre ellos como una nube oscura.