Una perra se niega a dar a luz. El veterinario grita: “Dios mío” cuando descubre la cruel verdad
Eliminación cuidadosa
El veterinario hizo todo lo posible para retirar los objetos con cuidado, preservando la salud de la madre. “Tranquila, pásame las pinzas”, ordenó.
Cada objeto fue extraído con un cuidado meticuloso y la atención del veterinario fue inquebrantable. Los signos vitales del perro fueron monitoreados de cerca y el asistente documentó cada paso.
“¿Cuántos más?”, preguntó el veterinario. “Cuatro, tal vez cinco”, respondió la enfermera. La sala de operaciones era una mezcla de intensa concentración y silencio esperanzador, cada miembro del equipo unido en su objetivo.