Una perra se niega a dar a luz. El veterinario grita: “Dios mío” cuando descubre la cruel verdad
Eliminación delicada
La extracción continuó con delicadeza, pero la probabilidad de éxito disminuía minuto a minuto. “Estamos perdiendo tiempo”, murmuró el veterinario, con clara urgencia.
Las manos del asistente se movían rápidamente, documentando cada objeto extraño extraído. “Los signos vitales fluctúan”, informó una enfermera, mientras la tensión aumentaba.
“Tenemos que estabilizarla”, ordenó con firmeza el veterinario. El equipo coordinó sus esfuerzos y la atmósfera se fue cargando con cada segundo que pasaba.
Los rostros de la pareja se apoyaron contra la ventana de observación, esperando contra toda esperanza un milagro.