Una perra se niega a dar a luz. El veterinario grita: “Dios mío” cuando descubre la cruel verdad


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El inquietante silencio de la clínica

El silencio en la clínica solo era interrumpido por los ladridos ocasionales de otros perros, algunos gimiendo en sus jaulas y otros caminando nerviosamente.

La recepcionista tecleaba y miraba de vez en cuando a la ansiosa pareja. Un suave zumbido de luces fluorescentes contribuía a la atmósfera.

La quietud de la habitación contrastaba marcadamente con la confusión interna de la pareja; cada ladrido les recordaba el destino incierto de su propio perro.

Cada sonido parecía amplificado y sus preocupaciones se reflejaban en cada movimiento ansioso que los rodeaba.


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