Una perra se niega a dar a luz. El veterinario grita: “Dios mío” cuando descubre la cruel verdad
Ira justa
La información provocó escalofríos en la pareja y despertó una sensación de ira justificada. “¿Cómo pudo alguien hacer esto?
—preguntó la mujer con voz temblorosa de furia. El marido apretó los puños, sintiendo una imperiosa necesidad de justicia.
“No podemos permitir que se salgan con la suya”, asintió. Su dolor se transformó en determinación. La ira que sentían ahora tenía un propósito: descubrir quién estaba detrás de esta atrocidad y hacerlos responsables.
Estaban decididos.