Una perra se niega a dar a luz. El veterinario grita: “Dios mío” cuando descubre la cruel verdad


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El hogar como vigilancia

La pareja ofreció su casa como zona de vigilancia, decidida a ver a los culpables llevados ante la justicia.

“Lo instalaremos discretamente”, aseguró el detective. La casa bullía de preparativos silenciosos, con cámaras instaladas y puntos de entrada vigilados.

“Tenemos que mantener la calma”, le recordó el marido a su esposa, aunque también estaba nervioso. La determinación de la pareja era más fuerte que nunca y su hogar era ahora un faro de esperanza para descubrir la verdad.

Estaban listos, ya no indefensos sino participantes activos en la justicia de su perro.


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