Espantoso
Paul no se percató del gato cuando entró en la habitación. La extraña expresión de su esposa le llamó la atención. La mujer miraba nerviosamente a su mascota, mordiéndose las uñas.
Sus ojos siguieron su mirada hasta que aterrizaron donde ella estaba mirando.
Sus ojos se abrieron ante esa visión: “¿Qué diablos?”