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En los rincones tranquilos de un refugio de animales, un gato desconsolado llamado Tommy seguía llorando, lamentando la pérdida de su dueño.
Los familiares, agobiados por su propio dolor, lo habían abandonado a regañadientes en el refugio, sin percatarse de los gritos desgarradores que resonaban en las noches solitarias.
Un día, cuando el comprensivo veterinario leyó la etiqueta en el collar de Tommy, una mirada de sorpresa cruzó su rostro.
¿Cómo pudieron los dueños anteriores de Tommy no darse cuenta de esto?