Una gatita vivía callejera en Quebec, Canadá y hacía lo posible por mantenerse sana y salva a pesar de carecer de todo el amor y la seguridad que todo gato merece.
La pequeña callejera no estaba completamente sola, ya que vivía con una manada de otros perros callejeros, pero la vida nunca fue fácil para ninguno de ellos.
Y cuando descubrió que pronto no sólo sería responsable de su propia vida, todo cambió.