Un gato llora mientras espera que lo sacrifiquen. Entonces el veterinario exclama: “¡Esto no puede ser verdad!”
Una observación silenciosa
Sophie caminaba lentamente por las calles tranquilas, escudriñando con la mirada las casas viejas, aparentemente abandonadas. Estaban en silencio, sus ventanas eran como ojos vacíos que la observaban pasar.
La quietud del barrio resultaba inquietante. Las casas, antes llenas de vida, ahora parecían olvidadas, con sus historias ocultas tras la pintura descascarada y los jardines descuidados.
Este lugar parecía un pueblo fantasma, atrapado en un tiempo pasado lejano.