El poder del amor y la compasión
Sarah y los demás residentes del vecindario comenzaron a cuidar al gato callejero y a los cachorros. Le llevaban comida y agua al gato y se aseguraban de que los cachorros estuvieran calentitos y cómodos. El gato callejero estaba agradecido por su ayuda y se convirtió en un miembro querido del vecindario.
Los cachorros crecieron sanos y felices, y la gata callejera siguió cuidándolos como si fueran suyos. Los residentes del barrio nunca olvidaron la increíble vista que vieron ese día y todos coincidieron en que fue un verdadero testimonio del poder del amor y la compasión.